Foro Generacional - Perú

miércoles, setiembre 14, 2005

Intelectuales sin masas, sin partido

El Perú tiene muchos intelectuales. Incluso diríamos que intelectuales para todos los gustos y lógicas. Algunos lejos y reacios al poder. Otros, saciados de sus lecturas y libros con disímil calidad ahora quieren ser lideres, sujetos con poder, forjadores de ilusiones. Los intelectuales peruanos son – aunque ellos no lo quieran – como el Perú: cambiantes, volátiles, erráticos en sus apuestas, también embargados por ciclos de pesimismos u optimismos. Pocos son consecuentes con sus ideas hasta el final. Y si lo son algunos – diría que muy pocos – son rechazados del poder; son vistos como elementos raros y hoscos. Aguafiestas que felizmente el sistema o el mundo mediático no les dan las cámaras que deberían.

La política es una doncella extraña y deseada para muchos intelectuales. Cuando nos referimos a intelectuales hablamos sobre todo de aquellos que profesan su pluma para proponer y ensayar proyectos, alternativas, soluciones, políticas y apelan a un sujeto o sujetos históricos. No nos referimos a lo estudiosos e investigadores de tantas disciplinas e intereses; a quienes leen en promedio 6 a 8 horas diarias y auscultan archivos y bibliotecas incansablemente. El intelectual que nos referimos está en el límite de la política. Los investigadores lejanos de la política son muchos y se refugian o se liberan en sus estudios, archivos, hipótesis. El poder les espanta, pero muchas veces circulan por él.

En los años 80, los intelectuales en su mayoría eran de izquierda. Y el paradigma era del intelectual orgánica al proyecto político era el modelo dominante. La Izquierda Unida tenían muchos intelectuales y un líder que según muchos no era un gran lector; pero Barrantes era el carisma que por décadas el mariateguismo no tuvo. El APRA tenía pocos intelectuales, pero sí los suficientes cuadros para fortalecer la propuesta política. Alan García inició su liderazgo en la década de los años ochenta y era indiscutible su ubicación intelectual, sus lecturas. Carisma e ideología personalizada. Otro tiempo de hayismo.

La derecha política no tuvo en esa década un intelectual. Mario Vargas Llosa estaba lejano de todo hasta que cometió el error de ser el vocero del mercantilismo financiero y sus políticos ya cuestionados. Hernando de Soto llegó con el “Otro Sendero”, pero siempre distante a los partidos y a pesar de su tema, distanciado de las masas. Su prestigio era internacional, pero no despertaba en los peruanos el don de predicador político que él mismo hubiese querido lograr. De Soto siempre estará en el límite del deseo de ser político, y no sólo el consultor de ellos.

En los años noventa el Fujimorismo hizo que los intelectuales rompieran filas. Se rompió la Izquierda Unida y sus intelectuales se convirtieron en un ejército de desencantos u optaron por diversos caminos. Algunos migraron como Jorge Nieto, quien ahora escribe bien, pero lamentablemente de tan lejos. La gran mayoría se fueron a las ONGs y a la cooperación internacional, no menos a la universidad privada. Pocos fueron orgánicos a una lucha antidictatorial. Muchos se mantuvieron callados y decidieron un perfil bajo. Pero, nunca me expliqué algunas cosas. Los artículos sobre las computadoras y la sociedad de la información que Nelson Manrique escribiera en El Peruano de los 90. Del cuasi insurgente semanario Ayllu al diario oficial del fujimorismo. ¿Alberto Flores Galindo, su compañero de principios, hubiese escrito en este medio?

Más político que intelectual es Henry Pease. Muchas generaciones lo leyeron por que era obligatorio hacerlo en el curso de Realidad Nacional en la Universidad Católica. Siempre segundo de Barrantes, hasta que fue necesario. Ha tenido el carné de varios partidos (IU, IS, UPP, PP). Sinesio López, uno de los más lúcidos intelectuales, dejó la hegemonía gramsciana por una admirable cátedra y luego una exitosa gestión en la Biblioteca Nacional. Julio Cotler desde “Clases, Estado y Nación”, ahora reeditada por enésima vez, no ha aportado nada más interesante. Muchos trabajos publicados después por el Instituto de Estudios Peruanos han aportado más, pero lamentablemente en una sociedad poco escribal y más visual, virtual y oral (Zapata y Biondi) ha tenido poca difusión. A Cotler, al igual que Pablo Macera podrían contársele muchas profecías incumplidas. Pero el final de Macera fue patético, el de Cotler no. El congresista del último y fugaz fujimorismo, acabo metido en el burdel que describió.

De los intelectuales de derecha pocos supieron resistir a los encantos del mercantilismo neoliberal. La gran mayoría se fue al Estado, al Diario Expreso, a todas las nuevas entidades públicas de “última generación”. Jalaron a sus amigos o parientes de la otrora izquierda y todo bien. En familia con las consultoría y los informes. Había espacio para ellos, no para todos. Nos quedamos, desafortunadamente, sin una reflexión y alternativa realmente liberal – democrática. Mario Vargas Llosa y Alvaro se quedaron solos. Fujimori hacía las reformas económicas y luego, ya sin populismos, vendría la nueva política, el segundo piso de una institucionalidad. Habría que esperar, soportando bien.

En estos tiempos hay pocos intelectuales como se llamaban orgánicos. Pero existen algunos. Solo dos casos: Wiener y Barnechea. ¿Qué diferencian a Raúl Wiener y Alfredo Barnechea? Varias cosas además del tema de la privatización o concesión del agua. Wiener es de izquierda, su obsesión ideológica lo lleva a los colectivos sin éxito mediático. Escribe con la ideología. Alfredo es distinto. Sabe que habla bien, escribe desde el centro y quiere ser líder desde sus escritos. Wiiener entiende el poder real, pero parece sentirse bien de crítico distante. Barnechea quiere llegar al poder. Aunque a su forma lo ha tentado siempre. En los 80 fue diputado por el APRA y muy fallido candidato a la alcaldía de Lima. En los años 89 y 90 rodeó a Mario Vargas Llosa. En 1995 cercano a Javier Pérez de Cuellar de la UPP. En el año 2000 se rumoreó su cercanía a Acción Popular desde su oda a Belaunde en el Centro Cívico. En el 2001 fue al reencuentro de Alan García y de la gobernabilidad. Ahora anhela ser el candidato de la juventud, con mucha televisión, pero sin masas y en busca de partidos que lo hagan líder de la necesaria reconstrucción nacional.

HACIA UNA SOCIOLOGIA DEL INTELECTUAL PERUANO
La precariedad de la sociedad peruana no permite intelectuales que no sean mermados en sus análisis equilibrado por el poder, la empresa privada o demonios propios. Quita lucidez la hiperideología o las fobias personales (Hugo Neira ha sido vetado muchas veces por sus comentarios irreverentes). Por eso no pocos de ellos se dedican al lobby, al contacto, al vinculo especial con los políticos y los empresarios, a cerrar a los que vienen atrás. Trabajo es trabajo y la reflexión por la reflexión no vende en el capitalismo peruano. No hay mercado para todos. Se necesita una sociología de los intelectuales peruanos de hoy. Que nos explique: ¿por qué algunos intelectuales son tan perfectos, tan acertados, tan imbatibles en sus argumentos, lúcidos y regios como se dice ahora, y no tienen ciudadanos que los sigan y no tienen partidos?, ¿por que intelectuales perfectos en el estilo no llegan a la gente, organizada o no?, ¿por qué fracasaron cuando hicieron o fueron parte de partidos? Mejor confiemos en la aparición de nuevos intelectuales que si encajen en este nuevo país, su política y sus masas. Que regeneren la inteligencia con mayor aciertos y sin mucha soberbia.
Javier Barreda Jara
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1 Comentarios:

  • Interesante artículo, sin embargo, creo que hubo un gran olvido, el de Pedro Planas. Fue un gran intelectual, prolífero y sobre todo uno joven. Si bien no puedo concordar integramente con todos los planteamientos que en sus libros daba a conocer, puedo asegurar, porque lo conocí y fue un gran amigo, que su estilo y rigurosidad intelectual pudieron calar en muchos jóvenes universitarios. Lástima que el destino nos lo arrebatara.

    Dimitri Senmache

    Por Blogger Coordinadora Ciudadana, A la/s 2:36 p. m.  

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